Una prueba indiscutible de esta relación evolutiva son los restos fósiles de un famoso reptil provisto de plumas Archaeopteryx lithográphica un fantástico ESLABÓN EVOLUTIVO del paso de los reptiles a las aves.
El género Archaeopteryx vivió en el periodo Jurásico superior, hace unos 150 millones de años. Su tamaño no era muy grande, unos 50cm.
Entre sus características de reptil cabe destacar la existencia de mandíbulas provistas de dientes finos, sus extremidades con tres dedos terminados en garra y una larga cola formada por huesos.
Entre sus características de ave sobresale la posesión de unas faneras nuevas hasta ese momento en los seres vivos: las PLUMAS . Las plumas del género Archaeopteryx, aunque asimétricas, son muy similares a las plumas de las aves modernas con su raquis, barbas, barbillas y barbicelas. Otro carácter muy interesante es el tamaño de su cerebro. Tras el TAC realizado al cerebro del fósil que se conserva en Londres, se ha concluido que su tamaño es sensiblemente mayor que el de los dinosauros, condición necesaria para lograr el equilibrio propio de un organismo volador.
Hasta hoy se han descubierto en las calizas de Solnhofen, en Baviera, más de una decena de fósiles de Archaeopteryx en un excelente estado de conservación.
En el periodo Cretácico superior, hace 90 millones de años vivió en Kansas el género Ichthyornis era una especie de ave-pez con una mandíbula provista de un pico en la parte anterior y dientes en la posterior, y con vestigios de cola, que nos recuerda a los Láridos actuales. Del mismo periodo y hace 80 millones de años se descubrieron también en América fósiles del género Hesperornis un ave que no volaba, acuática y con las patas lobuladas como los somormujos, semejante a los actuales colimbos.
A finales del Terciario ya estaban presentes en la tierra ejemplares de todos los órdenes actuales de aves.
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